DECÁLOGO VOCACIONAL

No todos los criterios que se indican deben darse a la vez en ti. Tampoco es necesario que se den con mucha intensidad. Basta con que sientas que "algo así" te está ocurriendo: 
  1. No necesitas una evidencia o una seguridad total. Para este momento de la decisión no la precisas. Con tener una conciencia recta y bien informada, no necesitas más de un 51% de razones para decidirte. 
  2. Los ejercicios de búsqueda vocacional hechos hasta ahora te llevan, en general, a iguales o parecidas conclusiones. 
  3. A medida que te clarificas vas encontrando paz interior, libertad, gozo, ser tú mismo... Al decidir no te mueve ni la angustia, ni el agobio, ni tam­poco la euforia que suele ser muy mentirosa. 
  4. Has elegido las "preferencias de Jesús" y te sien­tes agradecido y humilde. 
  5. Has entendido que tu decisión centra y orienta tu vida y te ayuda a entender tu pasado y tu pre­sente como una historia conducida desde siem­pre por el Señor, tu Dios. 
  6. Tu decisión vocacional se apoya no tanto en tus propias fuerzas, sino en la bondad y en la fidelidad del Señor contigo. Y eres muy realista; no caes en autosuficiencias ni pesimismos. 
  7. Tienes claro qué debes hacer ahora, dónde ir y quién te debe seguir ayudando. Ello no quiere decir que lo tengas todo absolutamente clarito y controlado. 
  8. Al tomar la decisión te apoyas en Dios. Y cuentas también con la ayuda de María. Te sientes en paz y en libertad. No dependes de tener éxito, de sentirte cómodo, de triunfar.... Sólo Dios es tu roca. Lo demás son arenas movedizas. 
  9. Cuando piensas en un posible fracaso futuro, en una equivocación, en una pérdida de años preciosos... no pierdes ni la paz ni la confianza en el Señor, tu Dios. 
  10. Y todo esto, sin hacer "espectáculos", desde la sencillez y la humildad, sin autosuficiencias, sin tocar trompetas ni hacer llamadas de atención. Lo haces en silencio y en fe, como María.
Iglesia Diocesana. 

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